miércoles, 18 de agosto de 2010

Dos años, dos lecciones

Dos años en especial me vienen a la cabeza cuándo nuestra épica y bombástica derecha nacional se moviliza en pro del respeto a la dignidad de España en las fronteras africanas de nuestro país. El primero de ellos es 1969. España, entonces, era un país pobre y oprimido tal cual es hoy Marruecos, y al igual que en Marruecos, la gente corriente empezaba a preguntarse en manos de quién quedaba la prosperidad económica que empezaban a ver en las calles, en las casas y en las vitrinas de las tiendas. Hay pocos instrumentos mejores que una absurda reivindicación territorial a tiempo para una dictadura acosada, y en 1969, ante los ya evidentes síntomas de que ni Franco ni su régimen eran los de antes, desde el Poder Ejecutor se empezó a aporrear a dos manos los tambores del Gibraltar español y toda la pesca. Como no es propio del carácter nacional el quedarnos a medias, decidimos cerrar la verja - con las consecuencias que vemos hoy: dos generaciones enteras de gibraltareños que no quieren vernos ni en pintura. El segundo año que me viene a la cabeza es 1975. Con Franco agonizando a cuentagotas en su planta reservada en La Paz, Hassan II, que se las sabía todas y cada una, decidió soltarse un órdago a grande con la Marcha Verde. Y nos rajamos estrepitosamente: en un país donde nadie sabía quién iba a gobernar el día de mañana, entramos en un pirotécnico "panic mode" y nos fuimos del Sáhara a todo gas dejando la llave en la puerta.

El Reino de Marruecos, que, aunque no lo parezca a veces, es fronterizo con el nuestro, desde siempre ha vigilado cuidadosamente todos nuestros movimientos y ha aprendido de nosotros. La lección de 1969 es que martillear en un conflicto territorial arma el barullo suficiente para hacer olvidar, por lo menos un momento, la corrupción endémica y la falta de empleo, de libertad y de perspectivas de futuro. La lección de 1975 es que un órdago bien dado y a tiempo da muchísimo juego: con el Sáhara, Marruecos se quedó con los fosfatos de Bu Cráa - y en un país sin petróleo, buenas son tortas. Son esas dos cartas que la élite marroquí, con el Rey a la cabeza, quiere jugar para que la gente de la calle suelte un poco de vapor - confirmado definitivamente que la democratización que prometió el rey hace ya más de diez años termina en las puertas mismas de palacio.

Maniobras como éstas no habían sido necesarias desde hacía mucho, porque la válvula de escape definitiva para las crisis habidas y por haber en Marruecos es y será, como lo fue para Franco, la emigración. El problema es que la crisis ha cerrado las puertas de Europa - y los marroquíes, en vez de tirarse al mar como antaño, se quedan. Quedándose, ven lo que hay, y lo que hay no les gusta. Obvio.

Recordemos además que estamos en Ramadán. Un hombre que lleva todo el día a 35º, hambriento y sediento, digamos que tiene bastantes más motivos para cabrearse a la más mínima que usted y que yo.

Es por eso que la reacción lógica a ésta (ejem) crisis es, simple y llanamente, no hacer nada. La postura del Gobierno de "hablando se entiende la gente" es loable pero inútil, visto que, como hemos visto, no hay nada que el gobierno español pueda hacer, salvo esperar a que el "movimiento" se agote por su propia impotencia.

Luego está el bigotismo, del que no vale la pena hablar. Básicamente han adoptado una posición épico-cretina, que, en una mezcla de Makinavaja y el Capitán Trueno, considera impepinable partir raudos a darles una colleja bien dada a esos moromierdas, que dan gritos y saltos de mono en menoscabo de nuestra honra. Una vez más, el Partido Popular insiste en hacer política con las vísceras - y la gente, como no, muerde, porque vivimos en unos tiempos donde no está de moda ser sensato.

Hacemos el cafre con éste asunto y sí tendremos una crisis internacional del quince. De las tonterías de agosto nos libre Dios, que ya tenemos bastantes problemas aquí.

Seguiremos informando.

lunes, 2 de agosto de 2010

Que le dejen solo

En más de una ocasión he dicho que el gran triunfo de Esperanza Aguirre ha sido el de erigirse como LA figura de oposición al Gobierno de España desde la Presidencia de la Comunidad de Madrid. Gracias a eso puede ejercer lo que yo llamo "oposición ejecutiva", es decir: no solo se opone, sistemáticamente, a las medidas del Gobierno, sino que tiene la capacidad de hacer efectiva su oposición adoptando medidas ejecutivas que, directa o indirectamente, se oponen a las del Gobierno central. Ésto le permite dar a su oposición un componente tangible, de forma que su actuación cobra mucha más importancia que las palabras (que son eso, palabras) que el líder oficial de la oposición pueda (mal) decir. El resto de comunidades bigotistas sigue, en mayor o menor medida, el ejemplo de la Condesa Cardada - la Comunidad Valenciana me viene ahora mismo a la mente - pero Esperanza Aguirre ha tenido la habilidad de convertirse en una figura política de ámbito nacional.

Y ésto basta para cortocircuitar la estructura federal del PSOE para mayor abundamiento del cardadismo y sus secuaces. Técnicamente, la oposición a Esperanza Aguirre, como presidenta de una comunidad autónoma que es, debería hacerla el Partido Socialista de Madrid. Pero el PSM lleva veinte años convertido en un saco de gatos donde hay opositores a los opositores de los opositores, nadie se pone de acuerdo jamás y hay gente que aún acusa a otra de ser unos infiltrados del PSP de Tierno Galván, que lleva más tiempo muerto incluso que el Viejo Profesor. Como muestra del sindiós que es el principal partido de la oposición madrileña, la espantosa revelación, que leí en la prensa el otro día, de que existe un notable grupo "simanquista" dentro del Partido Socialista de Madrid. Imagínense que en el bigotismo hubiese un grupo que defendiese la obra y el legado de Hernández Mancha. Pues eso.

En consecuencia, parece lógico, o al menos así parece parecerlo desde el Gobierno, que la oposición a Esperanza Aguirre se lleve y se planifique desde la sede central del partido, en Ferraz. Eso hace que el partido, ciclo electoral tras ciclo electoral, se empeñe en hacer llover del cielo un dúo de candidatos a la presidencia y a la alcaldía de Madrid, lo que inmediatamente desencadena una batalla entre Ferraz y Miguel Fleta que acaba, generalmente, con un zapatazo en la mesa del secretario de organización y los nuevos candidatos siendo sistemáticamente acogidos de uñas por todos los sectores del PSM que se consideren agraviados, lo que vienen a ser todos - o casi.

El problema reside en que en Ferraz nadie parece estar dispuesto a abdicar del panal de rica miel que supone el florido verbo de la Condesa Cardada. Saben que cada exabrupto suyo, cada barbaridad cometida en nombre de la "libertad" (entiéndase, la libertad de cada cuál de hacer lo que le salga de la cartera) son votos en el resto del país. Y no resisten la tentación de hacer oposición a la oposición desde Ferraz - haciendo que el pobre líder de la oposición "oficial" se quede más solo que la una en Miguel Fleta, siendo citado durante ocho segundos al final del reportaje, y si hay suerte.

Lo digo una vez más: hagan lo que quieran, pongan a quien haga falta, pero déjenle/a solo/a. La victoria en Madrid sólo será viable si la única voz de oposición autorizada a Esperanza Aguirre está en la lista para la Asamblea de Madrid. Cualquier quiebro, cualquier tentación, cualquier boutade de la Lideresa ha de ser acogida en la sala de prensa de Ferraz con "¿qué hacen preguntándonos ésto a nosotros?" Solamente así, con sus propias alas, podrá enfrentarse cualquier candidato a la Condesa Cardada y a Albertito Mediabarba.

Porque éstas elecciones va a votar por primera vez gente que no ha conocido, en su vida, otra cosa que un presidente bigotista de la Comunidad. El cambio ya no es necesario: es imprescindible. Y o nos lo tomamos en serio o vamos a seguir ahogándonos en nuestra propia frustración.

Seguiremos informando.