jueves, 31 de diciembre de 2009

Retrospecter

Un blog es un registro personal - y últimamente no tengo ganas de escribir. Puede decirse que he perdido el sentido de la novedad: en mi opinión, ya he escrito, directa o indirectamente, sobre casi todo lo que sucede ahora mismo, y no me apetece reiterarme, una vez más, en lo cretino que puede llegar a ser el bigotismo y otras barbaridades de las que ya tienen sobrada cuenta en ediciones anteriores. Ésta pachorra tiene una consecuencia indeseada: por uno - salvo que ocurra algo ésta tarde que me obligue a ponerme frente al ordenador - no voy a llegar a la marca de 167 artículos que me puse en 2008.

En 1999, yo acababa de cumplir los 18 - era igual de alto, estaba bastante más delgado y tan torpón como ahora, quizás más. Estaba en mi último año de instituto y llevaba con mi amigo Deivid el periódico Primera Página - notable eufemismo para un fanzine tamaño cuartilla, hecho a puro huevo en Word 97 en un (ya) arcaico 486, impreso en la fotocopiadora del mismo instituto (en una encomiable componenda con el poder establecido que posteriormente me daría algún disgusto). Sinceramente, ahora mismo no me acuerdo de la Nochevieja de 1999; más que probablemente la pasase en casa de mi abuela - como pasaré ésta - pero no recuerdo qué hice después.

Y, desde entonces... montones de cosas. Poniéndome especialmente cínico tocahuevos, podría pensar que, cuándo sea viejecito y tenga nietos (siempre y cuándo mis arterias me lo permitan) les tendría que resumir la década de 2000 como la década que el abuelo se pasó intentando ligar sin conseguirlo (y, conforme sean mayores, podré ir utilizando palabras más soeces) pero es mentira. Sí, en efecto, me he pasado los últimos diez años enamorándome como un cretino de quién no debía (o sí debía, pero en todo caso ellas no tenían la misma opinión), pero han pasado muchas más cosas.

Me veo a mí mismo una tarde de final de verano en mi casa, recopilando un enésimo CD de música, cuándo entró mi madre por la puerta diciendo que una avioneta se había accidentado en Nueva York - pusimos la tele, y horas más tarde, ya de noche, recuerdo perfectamente el momento en el que, al por fin despegarme del televisor, volví a la habitación y encontré el ordenador, aún encendido, como un recordatorio de que el mundo seguía existiendo, a pesar de las anteriores cinco o seis horas.

Me veo en casa, una mañana nubosa de marzo - no había ido a la facultad todavía porque aquél día había huelga de estudiantes, pero pretendía ir a Dadillos más tarde - viendo en la tele pequeña del cuarto las noticias que llegaban desde Madrid. Recuerdo, en medio de la conmoción, recomendar a mi madre que llamase a mi abuela y a mi tía en Brasil, para que supiesen de nosotros antes de que pudiesen encender la tele. Recuerdo cuando, al día siguiente, con todo el mundo todavía en shock, Polo entró en Dadillos y contó un chiste - ahí supe que íbamos a salir de ésta. Me veo con muchos de los que hoy son mis mejores amigos en lo que hoy es un kebab en Plaza España, viendo la lluvia caer tras los cristales - me habían medio convencido de no ir a la manifa, pero la otra mitad de mí estaba ahí, torturándome. Me veo tras una boda, el 13, en Navacerrada, cínico y amargo como pocas veces he estado, diciendo a todo aquél que quisiera oírme que "éstos van a decir que ha sido ETA hasta el lunes por la mañana". Y, hasta el último minuto, creí sinceramente que Acebes y su panda se la conseguirían colar a los españoles.

Me veo a mí mismo, noche cerrada por la Voorschoterlaan vacía, intentando contener las lágrimas mientras buscaba, desesperado, una cabina de teléfono: mi abuelo había sido encontrado muerto, en el apartamento donde vivía solo; siendo Brasil en Carnaval no lo encontraron hasta el miércoles de Ceniza - cuándo los vecinos por fin volvieron a casa y notaron el olor. Y me recuerdo mascullando impotente que nadie se merecía morir de esa manera, menos aún mi abuelo, que con todos sus defectos, siempre había sido una buena persona.

Y, sí, también tengo buenos recuerdos.

Me veo a mí mismo, el 27 de diciembre de 2004, mirando apesadumbrado por la ventana de mi casa, con miedo de que la furgoneta que me recogería para llevarme a la tele - donde, por primera vez en mi vida, aparecería en un concurso - quedase atascada por la impresionante nevada de aquella noche. Recuerdo perfectamente al macarra cretino que se reía de mí a mis espaldas - él se llevaría un bocata de chopped, yo 25.000 euros. Recuerdo intentar sacar una reacción digna a la victoria en fracción de segundos (naturalmente, no lo conseguí). Recuerdo llamar a mi abuelita y decirle que había ganado; y ella, ya de natural desconfiada, más todavía un Día de los Inocentes, no se lo creyó hasta que lo vio por la tele.

Me veo en la Place des Arts, mi primera noche en Montreal, escuchando el primer concierto de Beau Dommage en diez años, sentado al lado de un estanque; recuerdo perfectamente el momento en el que sonó Harmonie du Soir à Chateauguay, y toda la plaza empezó a cantar, en un susurro, y al unísono. Recuerdo el sábado de agosto más glorioso de la historia de Ottawa y como estaba allí para acogerme.

Me veo en el Cabo da Roca, en camiseta corta con un viento que cortaba el alma, pero rodeado de amigos en lo que probablemente es el atardecer más glorioso de Europa.

Me veo en la Plaza Mayor escuchando a Goran Bregović en directo por primera vez, levantando los brazos y riéndome a carcajadas del puro regocijo, para después tener que salir corriendo en pos del último autobús a Villalba - y no llegar.

Veo a mi tía llorando y temblando de emoción cuándo le dijimos que no, que lo de la furgoneta alquilada era mentira, que lo que íbamos era a un crucero por el Mediterráneo.

Y, sí, y por más que no deba y me pese y sea indispensable que lo deje atrás lo antes posible, me veo en una entusiasmada noche de diciembre, recapitulando con el Mech, probablemente por centésima vez, qué clase de mujer estaba buscando, y al terminar la frase, abrir la puerta del Zaratustra, mirar, pestañear, girarme hacia el Mech y susurrar por lo bajo "Una como esa, por ejemplo."

En fin, señores, dejemos los 2000 atrás. Una nueva década por delante, la década en la que cumpliré los 30 y, si Lug así lo quiere, haré algo constructivo con mi vida. En todo caso, sea lo que sea que pase, espero disfrutar, por diez años más, del inconmensurable placer de su amistad.

Feliz año nuevo. Y, en 2010, seguiremos informando.


miércoles, 23 de diciembre de 2009

Volar por los aires

La crisis que ha llevado a Air Comet a dormir el sueño de los injustos, dejando por el camino familias enteras, tanto en su casa como en diversos aeropuertos en un radio de 10.000 kilómetros, no por menos esperada deja de ser sorprendente. Quizás algunos de ustedes me hayan ya oído despotricar del asunto, así que, para los que no lo hayan hecho, o, incluso, para los que lo hayan hecho y no se acuerden, van aquí algunas respuestas a sus preguntas.

Pregunta: ¿Díaz Ferrán tiene la culpa de todo?

Respuesta: Aunque Gerardo Díaz Ferrán, por su presencia en los medios y su boca grande, es la cabeza visible del despropósito de Air Comet, el bueno de don Gerardo no ha hecho negocios en su vida sin la compañía de Gonzalo Pascual. El emporio turístico que ahora se hace llamar grupo Marsans es obra de los dos; así que no hablaré de Díaz Ferrán: hablaré de Los G-Men.

Pregunta : ¿De dónde salió Air Comet?

Respuesta: Los G-Men, como buenos malos de película, siempre han tenido un archirrival: Juan José Hidalgo, un salmantino cejijunto y malencarado que empezó fletando un autobús para llevar a sus colegas de mili y acabó convertido en el empresario turístico más importante de España. A mediados de los 90, Hidalgo se hizo (aún más) rico llevando españoles a manta rumbo a Punta Cana y Varadero (sí, señora, Curro se va al Caribe) a través de su propia compañía aérea. No les resultó muy difícil a los G-Men el considerar que, si Hidalgo podía tener su propia compañía aérea, ellos también.

Había un pequeño problema: fundar una compañía aérea en un país desarrollado (como es, aunque no lo parezca, el nuestro) requiere fantásticas cantidades de dinero: fundamentalmente , aunque no en exclusiva, para pagar aviones con su mantenimiento. Otras empresas hubieran creado un plan de negocio y, a la larga, lo hubieran conseguido, pero los G-Men prefirieron usar métodos más ibéricos.

Aerolíneas Argentinas había sido privatizada por el gobierno de Carlos Saúl "el Gafe" Menem, y vendida a Iberia. Iberia, en aquél tiempo, estaba inmersa en su "estrategia de expansión latinoamericana", que consistía en comprar empresas aéreas sudamericanas (con dinero público, recuerden que por aquél entonces Iberia dependía del INI), hundirlas (sutilmente) y quedarse con las rutas. La primera de sus víctimas había sido Viasa, la línea aérea venezolana: comprada en 1991, quebró estrepitosamente en 1997, dejando en exclusiva para Iberia la rentabilísima línea Madrid - Caracas. Aerolíneas Argentinas (y su igualmente rentable ruta Madrid - Buenos Aires), obviamente, iba a ser la próxima víctima: pero el problema fue que Aerolíneas tenía algo que Viasa no tenía: una tupida red de vuelos nacionales (en Argentina) cuya pervivencia era imprescindible, más desde un punto de vista político (para contentar a los caciques provinciales de los que depende cualquier presidente de Argentina) que económico. En consecuencia, la pelotera que montó el gobierno argentino impidió a Iberia deshacerse de ella a tiempo para la privatización total de la empresa en 2001, con lo que Aerolíneas, junto con otros muertos de nuestro conturbado proceso de privatizaciones, quedó siendo propiedad de la Sociedad Española de Participaciones Industriales. O sea, del Estado.

Naturalmente, el gobierno de Bigotus Máximus, en aquél entonces, repudiaba el concepto de "empresa pública" aún más que el concepto de "pensamiento lógico", con lo que buscó la primera oportunidad para deshacerse de la empresa.

Así que nada mejor que entregársela a unos amigos (los G-Men) con un paquetito de 204 millones de leuros al lado, para endulzar el trato. Y, según la querella por malversación de caudales públicos y falsedad documental que corre, mientras escribo éstas líneas, en el Juzgado de Instrucción nº 35 de Madrid, el testaferro que los G-Men colocaron en Aerolíneas, Antonio Mata, cogió esos 204 millones y, en lugar de sanear Aerolíneas, que era para lo que eran, decidió "invertirlo" en la nueva compañía aérea de los G-Men Air Plus Comet. Ésta nueva empresa empezó a operar con los recursos que Aerolíneas le daba: quitando aviones de la ruta Madrid-Buenos Aires (y dejando en tierra a sus pasajeros en el camino) y enviándolos a Punta Cana, Varadero, e incluso Irak (hay favores que se deben pagar); y con la formación de sus empleados a cargo de empleados de Aerolíneas.

Naturalmente, cuándo los G-Men sacaron de Aerolíneas todo lo que pudieron sacar, tomaron una triple acción: declararon Aerolíneas en suspensión de pagos, echaron a patadas a Mata (para que él, y no ellos, se llevase los subsiguientes marrones), y lanzaron, a bombo y platillo, su nueva aerolínea: Air Comet (entre cuyos destinos estrella estaba, como no, Buenos Aires)

El destino de Aerolíneas era, una vez más, la quiebra, pero en Argentina gobiernan los Kirchner, ejemplo manifiesto de los caciques provinciales que hacen políticamente necesaria a Aerolíneas. Néstor Kirchner es de Río Gallegos, localidad que está a 2.900 kilómetros de Buenos Aires; es del tamaño de Talavera de la Reina y está sustancialmente rodeada de estepa patagónica por casi todos lados. Desde un punto de vista meramente económico, al aeropuerto de Río Gallegos debería volar un avión de unas 60 plazas un par de veces por semana. Aerolíneas opera un 737 (con sus 170 plazas) dos veces al día. Obviamente, nadie (salvo manifiesta intención de perder dinero) se quiso hacer cargo de ésta "necesidad", así que el Estado argentino salió al rescate y renacionalizó Aerolíneas.

Pregunta: ¿Por qué no funcionó Air Comet?

Respuesta: Porque intentó hacer, una vez más, algo que se lleva decenios intentando, sin éxito: implantar el modelo "low cost" a los viajes transatlánticos. El modelo "low cost" implica alta rotabilidad de tripulaciones, rapidez en el mantenimiento, poco tiempo en tierra de los aviones y permanente operatividad de los aeropuertos, ninguna de éstas cosas garantizadas en vuelos a Sudamérica.

Pero más importante que eso es el hecho de que el patrimonio más importante de una aerolínea, más que los aviones, es su reputación. Air Comet fue construida apresuradamente, bajo la férula de una ambición desmedida por llegar y comerse el cotarro; y fue ese apresuramiento lo que le dio reputación, ya a los pocos meses de empezar, de empresa poco fiable. Y, sin prestigio alguno, la única opción posible es ser la opción más barata - y como ya he dicho antes, el "low cost" no funciona en viajes transatlánticos.

Pregunta: ¿Y no podía haber tomado medidas el Ministerio de Fomento?

Respuesta: Como ya expliqué el mes pasado, la legislación española no protege a los viajeros - protege a la industria turística. Las señales de que una empresa aérea va mal - retrasos, cancelaciones sin motivo - van a pilas gigantescas en la Dirección General de Aviación Civil de donde saldrán cuándo las ranas críen pelo. Pero, de todas maneras, al Ministerio de Fomento le importa un pito la solvencia económica de una empresa aérea: si los empleados no cobran, eso es problema del Ministerio de Trabajo; según la DGAC, una empresa puede operar - y en consecuencia, vender billetes - mientras tenga crédito para pagarse el queroseno y el mantenimiento en el día de hoy.

Seguiremos informando.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Pequeño apunte histórico

¿Han oído ustedes hablar de Violet Gibson?

Seguiremos informando.

(r)

El Mercurio, el periódico de cabecera de la alta burguesía de Santiago de Chile, siempre que se refería al golpista dictador Augusto Pinochet Ugarte en sus últimos años, lo nombraba invariablemente como "el general (r)", siendo la r abreviatura de un "retirado" que nunca se creyó nadie, y menos los redactores de El Mercurio.

La sombra de Pinochet pesa sobre los chilenos de tal manera, que aún hoy, veintiún años después de que un plebiscito le echara a patadas del poder y pasados ya tres años de su muerte, la política chilena no esté dividida entre izquierdas y derechas, sino entre pinochetistas y antipinochetistas. Porque, en efecto, la Concertación de Partidos por la Democracia, la coalición que lleva gobernando Chile desde 1989, es heredera directa de la Concertación de Partidos por el No, la fuerza motriz del bando antipinochetista en el plebiscito de 1988. Imagínense lo chunga que debe de ser la cosa para mantener unidos al PDC, miembro de la Internacional Demócrata de Centro junto a partidos como el PP (y fundado en los años 30 con el simpático nombre de Falange Nacional), con toda la izquierda de Chile a excepción del Partido Comunista.

Obviamente, llega un punto de inflexión en el que la derecha quiere catar un poco de poder y decide incorporar algo de pragmatismo a sus campañas. Eso, y el inconfundible aroma del populismo sudamericano de derechas, es lo que ofreció a los chilenos el incontestable ganador de las elecciones de ayer, Sebastián Piñera. Dado que, como sabrán, Chile, junto con Colombia, es el país sudamericano más escorado a la derecha, es una oferta que tiene un notable atractivo.

Mientras, en la Concertación, veinte años de poder pesan, máxime cuándo su oferta ya está más que vista. Está visto que a éstas alturas, los dos pesos pesados dentro de la Concertación, el Partido Demócrata Cristiano y el Partido Socialista, han decidido turnarse, en períodos de diez años (dos mandatos de cinco años) en la presidencia de la República. Y resulta que el PDC no tiene mejor candidato que el que posiblemente fuese el tipo más aburrido que se ha sentado en La Moneda, Eduardo Frei Ruiz-Tagle, cuyo principal atributo es ser hijo del predecesor y rival de Salvador Allende en las elecciones de 1970, Eduardo Frei Montalva.

Eso ha provocado la escisión del ala izquierda dentro de la Concertación, que se ha aglomerado en torno al joven Marco Enríquez-Ominami, que es todo lo que Frei no es: joven, guapo y ligeramente populista.

En todo caso, la victoria de Piñera en la primera vuelta no garantiza nada en la segunda. La segunda vuelta será lo que han sido las últimas presidenciales chilenas: una pugna bajo la sombra de Pinochet y de su envenenada herencia.

Seguiremos informando.

sábado, 12 de diciembre de 2009

La excusa es nuestra

Me pide Rubiano que comente éste artículo de Público.

Mustafá Kemal, el Padre de los Turcos (que es lo que Atatürk significa) tomó el poder en lo que restaba del definitivamente decadente Imperio Otomano con una premisa muy sencilla: para sobrevivir Turquía debía convertirse en un país moderno (y, como país moderno, entendía en general Francia) aunque fuese a hostias. Es, probablemente, el último, mayor y más incluyente coletazo del concepto napoleónico de Ilustración - el último intento no colonial de transplantar íntegramente la cultura occidental a un país. El experimento tuvo un éxito incontestable - Turquía sobrevivió, fostió convenientemente a los griegos y el país volvió a tirar para arriba.

El problema es que dos vicios inherentes al jacobinismo francés se transplantaron, enteritos, a la nueva República de Turquía. El primero es una incombustible tendencia al autoritarismo personalista, de la que Nicolas Sarkozy es únicamente una pálida sombra: al fin y al cabo, si creas una nación más grande que todo, la tentación de ponerle a la cabeza hombres "a su altura" no puede ser evitada. La segunda es que la creación de una identidad nacional integral desprecia a todas las culturas que, por un casual, pueda haber en dicho país. (Sí, estoy pensando en Rosita la Pastelera.)

Las víctimas más notables del patrioterismo turco son los kurdos. Hasta hace relativamente poco y a pesar de estar claramente diferenciados - sobre todo en el idioma - el gobierno turco no reconocía siquiera la existencia de algo llamado "kurdo". Obviamente, entre los kurdos surgieron algunos iluminados dispuestos a solventar los problemas vía rifle (el PKK, o, como lo llamaban los de Gomaespuma, Partido de los Kurrantes del Kurdistán) a lo que el gobierno turco respondió a su manera, es decir, a través de truculentas componendas entre fuerzas armadas, servicios secretos y crimen organizado que salieron a la luz, paradójicamente, en un accidente de coche.

El sistema electoral turco se parece bastante al nuestro: un sistema proporcional en teoría y mayoritario en la práctica (550 diputados por 81 provincias, elegidos por representación proporcional D'Hondt). Pero como estamos hablando de jacobinos de verdad, para obtener representación parlamentaria un partido debe obtener un 10% (diez por ciento) de los votos... a escala nacional. Para que los no politólogos se hagan a la idea de lo chungo que es ésto, en España el límite es de un 3% a escala provincial: si se aplicase en España los únicos partidos parlamentarios serían PP y PSOE. Los partidos kurdos han sorteado ésta limitación presentando a sus candidatos como independientes - lo cuál les da representación parlamentaria pero les impide cosas como tener grupo parlamentario, participar en comisiones, etcétera. Durante las últimas elecciones, el Partido de la Sociedad Democrática amenazó con presentar "miles" de candidatos independientes, a lo que la Comisión Electoral Nacional respondió, con deliciosa truculencia, "haremos sobres más grandes".

Y, para complementar ésta divertida farsa, el Tribunal Constitucional turco ha ido sistemáticamente prohibiendo todos los partidos nacionalistas kurdos, acusándoles de tener vínculos con el PKK. El último, el Partido de la Sociedad Democrática, miembro observador de la Internacional Socialista. Y el asunto es que es cierto.

El nacionalismo kurdo aún no ha separado de forma tajante, tal como han hecho la mayor parte de los nacionalismos en España, la lucha por sus derechos de los rifles y las pistolas. No me extraña, por otra parte, dado que Turquía no da ninguna facilidad para que el nacionalismo kurdo obtenga expresión por vías democráticas (como sí se hace en España, por más que les pese a los jarraichus). Ésto no legitima de ninguna de las maneras a los asesinos - pero la intransigencia de Ankara aleja las posibilidades de escindir el nacionalismo entre violentos y no violentos, debilitando considerablemente a los primeros.

Y la intransigencia de Ankara tiene ahora una soberbia arma a su favor - y se la hemos dado nosotros. Dando como damos ejemplo de ilegalizar partidos políticos por sus relaciones con los terroristas, cualquier país europeo con menos escrúpulos que nosotros (en éste caso Turquía) puede llamar a alguien terrorista y seguir privando de derechos políticos a una sustanciosa minoría de su población.

Insisto una vez más, y volveré a hacerlo cuántas veces sea necesario: prohibiendo partidos políticos solo echamos una mullida moqueta encima de un problema de fondo: que exista un considerable número de españoles que consideren que pegar tiros en la nuca es una forma legítima de acción política. Y si encima damos excusas para coartar democracias a lo largo y ancho de Europa...pues no me hace sentir mejor, precisamente.

Seguiremos informando.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Cascotes (XV)

Ahí va la piedra: uno dirá lo que quiera sobre la libertad de la cultura, pero Internet es un lugar maravilloso para un friki como yo. La Hemeroteca Nacional (ese sitio al que siempre he querido ir) está digitalizando su colección. Se han dedicado primero a lo fácil - es decir, la infinidad de periodicuchos que España tuvo en el siglo XIX, para seguir luego con lo difícil, a saber, digitalizar la prensa madrileña del pre-guerra. Comenzaron primero con la prensa dinástica: La Época y El Imparcial, para seguir con el gran panfleto de los carlistas, El Siglo Futuro, para por fin ponerse al ajo: La Correspondencia de España (better known as la Corres), el Heraldo de Madrid y, con lo que estoy ahora que no puedo (y, en consecuencia, sin tiempo para atenderles como se merecen) es con el periódico más prestigioso de España hasta 1939, El Sol, el periódico de la izquierda intelectualizada que El País quiso ser, llegó a ser y ya no es. Con él y con los demás estoy recorriendo, fascinado, la historia de España. Ya les iré contando.

Ahí va la piedra: Artículo de Rosa Díez hoy en El Mundo: "Conmigo que no cuenten". Pues vale. Otro nuevo ejercicio de wishful thinking de Rosita la Pastelera, con la que no cuentan ni para la partida de pocha en su casa.

Ahí va la piedra: ¿A alguien le extraña lo de Grecia? Por Dios, si reconocidamente falsearon las cifras del déficit para entrar en el euro, ¿qué no habrán hecho ahora? El problema, naturalmente, es que nos lo vamos a comer - dudo que el responsable de un fondo de inversión en Greenfields, Wisconsin, sepa reconocer la diferencia entre Grecia y España (ninguna, a mi entender, salvo que los griegos tienen popes)

Seguiremos informando.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Los ignorados

Nuestros vecinos lusitanos tienen un particular interés por sus ex-colonias. Un escritor brasileño, que vivió en Portugal a finales de los 80, criticaba el hecho de que leyendo las noticias en Portugal se supiese más sobre Jonás Savimbi que sobre Helmut Kohl. Los portugueses gastan enormes cantidades de tiempo y energía en incentivar las relaciones de los países lusófonos tanto bi, como multilateralmente. Y a pesar de que Portugal es un mojón, el asunto es que funciona. Fue Portugal la que medió para acabar con las brutales guerras civiles en Angola y Mozambique, y fue Portugal la única voz en Europa contra la ocupación indonesia de Timor Oriental. Hoy, con la manifiesta excepción de Guinea-Bissau, las ex-colonias portuguesas en África, América y Asia son países democráticos que, lenta pero decididamente, avanzan hacia el desarrollo.

Al otro lado de la raya, como saben, la situación es justamente la opuesta. Nuestra ya difunta política colonial - o más bien la falta de ella - nos ha llevado a lo largo del siglo XX a salir literalmente corriendo de donde quiera que estuviésemos asentados. Tanto en el Protectorado de Marruecos, en 1956, como en Guinea, en 1966, firmamos deprisa y corriendo y entregamos las llaves de la casa a cualquiera que quisiese hacerse cargo del tema; en el Sáhara, en 1975, ni siquiera firmamos nada: dejamos las llaves en la puerta y salimos por pies.

El resultado, naturalmente, está ahí para cualquiera que lo quiera ver: Guinea Ecuatorial es un agujero sacado de una novela de Frederick Forsyth (con sus perros de la guerra y todo) y en el caso del Sáhara no hay día en el que no nos froten en la cara las responsabilidades que no queremos asumir.

Y nuestras responsabilidades en el Sáhara consisten en que debemos liderar la mediación entre Marruecos y el Polisario para llegar a una solución negociada. Ni más ni menos.

Pero el hecho incontestable es que preferimos, sin dudarlo, garantizar que el gas argelino llegue a los fogones y a las calderas de los españoles; que el comercio con Marruecos prospere; que Ceuta y Melilla sigan siendo lo que son. Mientras, nos conformamos con traernos a doscientos niños cada año, para que vean lo que es una piscina. Dolorosamente, el impasse nos resulta la mejor opción, y es por eso que por mucho que en la Plaza de la Provincia se empeñen en pasar el mensaje de que "estamos trabajando en ello", la verdad es que por Aminatou Haidar, y por nadie, estamos dispuestos a mover un dedo.

Pragmáticamente, tendría que estar de acuerdo. Pero algo me pesa dentro. Mucho.

Seguiremos informando.