jueves, 5 de noviembre de 2009

Oído al parche con lo que escuchas

Sinceramente, me importa un comino de quién haya sido la idea: no dudo de la necesidad de un sistema moderno de interceptación de llamadas telefónicas es necesario (otra cosa es el coste), pero quisiera tener más que claro quién, en todo éste sarao recién montado, se encarga del cumplimiento del artículo 18.3 de la Constitución.

La escandalera bigotista es, fundamentalmente, lo de siempre: descubrir el agua caliente (es decir, noticias que estaban en la prensa desde 2001) para volver con la misma cantinela de costumbre: el Ministro del Interior es un peligroso enviado de Satán (o, lo que viene a ser lo mismo, de Felipe González) con la aviesa intención de acabar con la democracia, forjar otro vídeo de Pedro J. en picardías y sacarle las vergüenzas al Partido Popular.

Como truco es estupendo, porque lo que la opinión pública tragaba sin rechistar en el tenebroso otoño de 2001 (donde veíamos la sombra de Osama en todas partes) es ahora escandaloso después de que el fantasma del terrorismo, de tan manido, se tornó en monigote (es innecesario recordar el papel que tuvo el PP en todo ello) Ya sabemos, igualmente, como funciona el Servicio Bigotista de Informaciones, un hatajo de cuñaos capaces de hacer realista a la T.I.A: lo único que han "descubierto" los anacletos de Génova es que el Gobierno tenía la capacidad tecnológica de haberlos espiado - de ahí a que lo haya hecho hay un paso bien largo que hay que - adivinen qué - demostrar.

En todo caso, insisto: más que las vocinglerías bigotistas, es más importante para el Gobierno, ahora mismo, demostrar que, efectivamente, existen los mecanismos dentro del sistema para cumplir la Constitución y salvaguardar el derecho a la intimidad de los ciudadanos. Si no los hay, a mí, y a gran parte de los ciudadanos, nos va a importar un carajo el papel del PP; van vamos a querer eso apagado ahora mismo.

Seguiremos informando.

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