viernes, 7 de agosto de 2009

El gordo bueno es el gordo vivo

A veces me siento mal por pasar en casa los viernes por la noche. Vivo en Mordor y tengo mucho sueño atrasado, así que tengo que empaquetarme las ansias de gambiterismo para más tarde, y gracias a mis excelentes amigos y amigas normalmente soy satisfecho.

Pero es que si fuese una persona normal, una persona que ve la tele y va a discotecas a escuchar al Sueño de Morfeo, no me encontraría con cosas como éste artículo de Granma (Abuelita), órgano oficial del Partido Comunista Cubano, que satisface tres vertientes del humor: humor negro, humor asqueroso y humor comunista.

El artículo prácticamente se explica solo, pero procederé a resumirlo para aquellos desencantados del comunismo cubano, a saber, aquellos que escucharon Radio Reloj durante diez minutos y vivieron para contarlo.

Resulta que en el tanatorio de La Habana han estado informando a los parientes de los difuntos con más de 250 libras (léase, alrededor de 120 kilos de peso) que sus seres queridos y ya fallecidos no pueden ser incinerados porque la cantidad de gas necesaria para quemarlos supera la ración ordenada por el Plan de Ahorro Energético.

Ante ésto, la dirección de Servicios Funerarios de La Habana responde que no es por eso; todo lo contrario, porque quemar cadáveres es energéticamente eficiente: sino que es porque el incinerador nuevo se ha usado con tal alegría y descuido que hay que cambiar los ladrillos refractarios, y como sólo hay un incinerador (en toda Cuba), no pueden cambiarse sin parar el servicio.

Y si no hay ladrillos refractarios, al quemar a un gordo las mantecas del difunto van directamente a la superficie caliente. ¿Saben lo que pasa si echan aceite caliente a la plancha, no? Pues para evitar que el Tanatorio se incendie y ya no haya incinerados, ni gordos ni delgados, si su difunto está obeso, pues a hacerse un ataúd más grande y al hoyo, que hay prisa.

El resto del artículo es una sucesión de despropósitos de burocracias fúnebres varias, que no procederé a explicar por pudor. Quién pensaba que Guantanamera era una película simbólica, se equivoca: real como la vida misma, señora.

Seguiremos informando.

1 comentario:

R. Senserrich dijo...

Un jodido clásico. El comunismo, estadio superior del surrealismo!